Oveja Negra es más que un restaurante: es una declaración de intenciones. Su identidad se construye a partir de un concepto claro y con carácter: celebrar a quienes piensan distinto, a quienes rompen con lo establecido y eligen su propio camino.
Toda la línea visual gira en torno a esta idea. Una manada de ovejas blancas corre en una misma dirección, ordenadas, previsibles. Pero entre ellas, una única oveja negra rompe la norma y va hacia el lado opuesto. Ese gesto mínimo —y simbólicamente potente— se convierte en la base del universo gráfico del restaurante.
La identidad se desarrolla en blanco y negro, con iconografía minimalista y una composición dinámica que transmite movimiento, personalidad y disrupción. Desde el logotipo hasta la carta, los posavasos, las tarjetas o las piezas digitales, cada soporte mantiene coherencia estética y conceptual, recordando que ser diferente no es solo una opción: es una postura.
Oveja Negra invita a mirar (y a saborear) desde otro ángulo.